Las fuentes de agua sin bidones se han popularizado mucho en los últimos años substituyendo a las fuentes de bidones o a las botellas de agua en muchos ámbitos como oficinas, gimnasios, salas de espera e incluso en las viviendas y en los restaurantes. Pero, aunque de fuera lo parezcan, no todas las fuentes son iguales ni tratan el agua de la misma manera.
Las fuentes de agua pueden ser de dos tipos: filtración y ósmosis. Las de filtración tratan el agua de forma más superficial y se usan en zonas de agua de mejor calidad. Las fuentes de ósmosis son sistemas más complejos que extraen prácticamente todos los sólidos creando un agua de calidad mineral alta. En este artículo hablaremos del elemento más importante de la fuente de ósmosis: la membrana osmótica.
La membrana: el corazón de la fuente de ósmosis
La membrana osmótica es una membrana semipermeable. Como su nombre indica, la membrana deja pasar sólo una parte de los elementos que le llegan. Es por lo tanto un método natural, no se añade ningún elemento químico al agua. Solo con ejercer presión hacia la membrana, logramos que las moléculas de agua pasen por sus poros mientras que otros elementos más grandes como virus, bacterias, metales o trihalometanos se queden atrás.
Cuidado de la membrana en un dispensador de agua
En una fuente de ósmosis, la membrana es el elemento más delicado del proceso de filtración y también el más caro, por lo que vale la pena saber cómo se cuida la membrana para poder alargar al máximo su vida útil.
La membrana es afectada por el cloro que está presente en el agua de red. Por esta razón todos los sistemas de purificación por ósmosis incluyen un prefiltro de carbón activado, que elimina el cloro del agua antes de que entre en contacto con la membrana. Además, suele haber otro prefiltro, llamado de sedimentos, que atrapa los sedimentos mayores a 5 micras, que podrían también dañar la membrana al ser demasiado grandes.
Estos dos prefiltros son económicos y deben ser cambiados cada 6-12 meses para impedir que la membrana se dañe o se tapone. Esto forma parte habitual del mantenimiento de las ósmosis y, cuando se hace correctamente, una membrana puede durar muchos años.
La filtración por ósmosis descarta una parte del agua
Una de las críticas más habituales a los sistemas con membranas osmóticas es que el proceso físico de la ósmosis requiere que una parte del agua se quede atrás con la mayoría de elementos que no pasan la membrana y que esa parte sea desechada. En efecto, para producir un litro de agua osmotizada es necesario descartar normalmente un litro y medio de agua, aunque hay sistemas más nuevos que descartan menos cantidad.
Lo que no se suele tener en cuenta, es que el agua de ósmosis sólo es usada para beber y cocinar, en las viviendas y normalmente solo para beber en el caso de las fuentes. Esta cantidad de agua es insignificante en comparación con la cantidad de agua que usamos para limpiar, utilizar el WC, ducharnos o lavar los platos. Eso significa que en el cómputo total de los litros gastados en una oficina, la parte atribuible a una fuente de agua de conexión a la red, es realmente insignificante.
El mantenimiento juega un papel clave en la eficiencia del sistema de osmosis, ya que si la membrana está en buen estado, descarta menos agua.
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