Orígenes de los restaurantes de cercanía
Este movimiento fue fundado en 1986, pero no fue hasta el año 2000 que fue implantado en España. Actualmente en el país existen más de 90 restaurantes de proximidad y cada día va en aumento.
Italia es el país que cuenta con más de estos establecimientos. Pero también despuntan en este ámbitos países como Francia, EEUU, Alemania, Holanda, Reino Unido, Japón, Suiza, Turquía, Corea, Bélgica o México.
Como referente internacional de este tipo de cocina podemos citar a al chef Peter Roberston, del restaurante Raincity Grill, en Vancouver, Canada.
¿Qué se promueve en los restaurantes km 0?
Fomentar un consumo ecológico y sostenible: Al favorecer el consumo de productos locales, comarcales y estacionales se disminuye la distancia de transporte de estos desde su fuente de producción hasta la de consumo, de esta forma, se reducen enormemente las emisiones de CO2.
Favorecer la economía local: Comprando a los productores cercanos se favorece la economía a pequeña escala y se asegura que haya un comercio justo. Lucha contra la estandarización de la comida y los alimentos industriales.
Alimentos de calidad y frescos
¿Cómo debe ser un restaurante km 0?
- Los restaurantes de cadena corta tienen que contar con al menos 5 platos que cumplan con ciertos requisitos: El 40 % de los ingredientes que conforman esos platos tienen que ser de orígen local. El 60% restante tienen que contar con certificación ecológica o tener la validación del Arca del gusto o del Baluarte (ambos proyectos del movimiento Slow Food para el apoyo de los productos locales)
- No utilizar transgénicos, ni animales que hayan consumido transgénicos
- Separar los residuos por separado (reciclar)
- Muchos de estos restaurantes llevan junto al convivium más cercano una actividad educacional (niños, jóvenes, jubilados)
Podemos identificar a este tipo de restaurantes porque cuentan con una placa identificativa, otorgada por los responsables de Slow Food más cercanos.
Este tipo de restaurantes es más fácil encontrarlos fuera de las ciudades ya que de esta forma están más cerca de los productores. Algunos restaurantes cuentan incluso con terrenos donde cultivar sus propios alimentos, hortalizas, verduras y frutas e incluso hay algunos que tienen sus propias granjas.
Aunque el cocinero tiene el trabajo extra de visitar a los productores (cuya oferta suele ser limitada e irregular), adaptar los productos a su estilo y adecuarlos a su carta, los costes de este tipo de restaurantes no tiene por qué ser superior a los de los restaurantes convencionales. De hecho, los costes se abaratan porque se eliminan intermediarios en la provisión de productos.
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